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viernes, 19 de agosto de 2011

La abejas de la Pacha Mama

En el mundo de las abejas sin aguijón, el género Geotrigona (talnete, tierreras) destaca por sus fascinantes adaptaciones y su peculiar estilo de vida subterráneo. Estas abejas, con un gran tamaño, varía entre 5 y 6.5 mm de longitud, presentan un integumento negro, liso y brillante, que les confiere una apariencia distintiva. La singularidad de estas abejas no solo reside en su aspecto físico, sino también en sus hábitos de nidificación y su comportamiento.

Las abejas Geotrigona son tímidas y muestran una baja respuesta defensiva, lo que las hace menos agresivas en comparación con otras especies de abejas. Esta característica las convierte en una opción interesante para la meliponicultura, aunque su hábito de anidar bajo tierra plantea ciertos desafíos. Sus nidos subterráneos, que pueden encontrarse a profundidades que oscilan entre los 60 cm y los 4 metros, son verdaderas obras maestras de la ingeniería natural.

El proceso de construcción del nido de las Geotrigona es meticuloso y complejo. El túnel de entrada es sencillo y emerge en la parte superior del nido, proporcionando un acceso directo al interior. Los nidos de cría tienen una disposición helicoidal, con celdas reales dedicadas a la producción de nuevas reinas. Un involucro rodea la zona de cría y las ánforas de alimento, protegiendo y aislando las diferentes secciones del nido.

Las ánforas de alimento son particularmente impresionantes, con una forma cilíndrica y una altura que puede alcanzar hasta 7 centímetros. Estas estructuras grandes y bien diseñadas permiten el almacenamiento eficiente de miel y polen, asegurando el sustento de la colonia.

Las colonias de Geotrigona son relativamente grandes, con poblaciones que pueden variar entre 2.000 y 3.000 abejas. Esta alta densidad poblacional es posible gracias a la eficiente organización y el diseño del nido, que maximiza el uso del espacio subterráneo. La interacción y cooperación entre las abejas dentro de la colonia es fundamental para el mantenimiento y la prosperidad del nido.

En Colombia, se han identificado seis de las veintidós especies de Geotrigona conocidas: Geotrigona fulvohirta, Geotrigona joearroyoi, Geotrigona kaba, Geotrigona subfulva, Geotrigona subgrisea y Geotrigona tellurica. Cada una de estas especies aporta una pieza única al mosaico de la biodiversidad del país. Su presencia subraya la importancia de conservar los hábitats naturales y promover prácticas sostenibles que permitan la coexistencia armoniosa entre la actividad humana y la naturaleza.

Las abejas Geotrigona juegan un papel crucial en la polinización de diversas plantas, contribuyendo a la salud y productividad de los ecosistemas donde habitan. Su capacidad para anidar en el suelo también las hace importantes para la aeración del suelo y el ciclo de nutrientes. Sin embargo, su estilo de vida subterráneo las hace vulnerables a las alteraciones del suelo y a la destrucción de su hábitat debido a prácticas agrícolas intensivas y la urbanización.

Es imperativo que se implementen estrategias de conservación para proteger estas abejas y sus hábitats. La educación y la sensibilización sobre la importancia de las abejas Geotrigona y otras abejas sin aguijón pueden fomentar un mayor respeto y aprecio por estas criaturas y su papel vital en nuestros ecosistemas.

Las abejas del género Geotrigona son un testimonio de la asombrosa diversidad y adaptabilidad de la naturaleza. Su vida subterránea, complejas estructuras de nido y comportamiento tímido las convierten en un tema fascinante de estudio y admiración. En Colombia, la presencia de múltiples especies de Geotrigona destaca la riqueza biológica del país y la necesidad urgente de proteger estos tesoros naturales. A través de la conservación y la investigación continua, podemos asegurar que estas abejas sigan desempeñando su papel crucial en la salud de nuestros ecosistemas, beneficiando tanto a la naturaleza como a las comunidades humanas.

jueves, 18 de agosto de 2011

Las abejas boca de sapo o Melipona Eburnea

Las abejas meliponas, constituyen un grupo diverso y fascinante de apoides que habitan desde México hasta Argentina. Con un tamaño similar al de las obreras de Apis mellifera (abeja melífera común), las meliponas presentan una amplia variación en cuanto a coloración, desde tonalidades oscuras como en Melipona nigrescens hasta ejemplares claros como M. eburnea, o con bandas amarillas en el abdomen como M. favosa.

En cuanto a su biología, las meliponas se caracterizan por construir sus nidos en cavidades preexistentes, principalmente en árboles, aunque algunas especies también nidifican en el suelo. A diferencia de las abejas melíferas, las meliponas no presentan un panal único, sino que este se divide en panales horizontales separados de los depósitos de miel y polen por láminas de involucro. La miel, producida en potes de cerumen, es un recurso alimenticio fundamental para estas abejas y ha impulsado su uso en la meliponicultura, una práctica ancestral que busca el aprovechamiento sostenible de sus productos.

Las entradas de los nidos son tan diversas como las propias especies. Su forma varía según la especie y pueden estar elaboradas con barro o una mezcla de este material con resina y otros elementos. Además, suelen presentar estrías en su superficie y tener una forma similar a una trompeta que funciona como plataforma de aterrizaje.

Un aspecto distintivo del género Melipona es la determinación genética de las castas. A diferencia de otras abejas, la casta a la que pertenece una melipona (obrera, reina o zángano) está definida desde su nacimiento, lo que permite una numerosa producción de reinas vírgenes. Cabe destacar que todas las celdas del nido, incluso las destinadas a las reinas, tienen el mismo tamaño.

En la actualidad, se conocen alrededor de 78 especies de abejas meliponas, distribuidas desde México hasta Argentina. Colombia tiene la fortuna de albergar a aproximadamente 21 especies, que se encuentran desde el nivel del mar hasta los 2500 metros de altitud. Su alta especialización con la flora nativa se refleja en su miel, la cual posee una extraordinaria variedad de matices en colores y sabores. Esta miel única, junto a otros productos como el propóleo y el polen, ha convertido a las meliponas en una fuente invaluable de recursos para las comunidades locales.

Sin embargo, la presión antropogénica sobre sus ecosistemas ha reducido drásticamente las poblaciones de estas abejas. La destrucción de su hábitat natural, el uso excesivo de pesticidas y el cambio climático son solo algunas de las amenazas que ponen en riesgo su supervivencia.

Abejas "boca de sapo" y su piquera
Es por ello que resulta fundamental implementar medidas para proteger a las abejas. La conservación de sus hábitats, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles, la investigación científica y la educación ambiental son acciones clave para garantizar la supervivencia de estas pequeñas maravillas.

Las abejas meliponas, con su fascinante biología, su miel única y su papel crucial en el ecosistema, son un tesoro que debemos cuidar y proteger. Su presencia enriquece la biodiversidad de nuestro continente y nos recuerda la importancia de mantener un equilibrio con la naturaleza. Es nuestro deber garantizar que estas abejas continúen volando y polinizando nuestras flores por muchos años más, preservando así un legado invaluable para las generaciones futuras

Los peligrosos deslizamientos de tierra

(...El deslizamiento de una gran banca de tierra se presenta desde el pasado viernes 30 de abril en un sector de la vereda El Rincón del municipio de Chaguaní, Cundinamarca
La denuncia de esta situación la hacen campesinos cuyas viviendas se ven seriamente afectadas por la avalancha de lodo y tierra que se desprende desde la parte alta cruzando a escasos metros de sus casas.

Las viviendas en riesgo pertenecen a las familias de los señores Marcelino Cortés y Antonio Rubio. Pero en la parte baja del sector otras viviendas corren el mismo riesgo, señalan residentes de la vereda. El deslizamiento afecta cultivos de caña y café).


Un deslizamiento de tierra es el movimiento masivo de rocas, escombros, tierra o lodo por una pendiente. Si bien la mayoría de los deslizamientos de tierra son causados por la gravedad, también pueden ser causados por lluvias, terremotos, erupciones volcánicas, presión del agua subterránea, erosión, desestabilización de laderas como resultado de la deforestación, el cultivo, la construcción, y también, la nieve o el deshielo de los glaciares. Los flujos de escombros, o de lodo, son deslizamientos de tierra de movimiento rápido que son especialmente peligrosos debido a su velocidad y volumen.

Los deslizamientos de tierra pueden tener graves consecuencias para el medio ambiente y las comunidades humanas. Estos eventos pueden ser causados por diversos factores, a menudo interrelacionados, que afectan la estabilidad del terreno. A continuación se detallan cómo la deforestación intensa, la erosión, el manejo deficiente de lagunas y pozos artificiales, los cultivos no apropiados para el terreno y la construcción contribuyen a los deslizamientos de tierra:

La eliminación de árboles y vegetación reduce el número de raíces que estabilizan el suelo, lo que incrementa la susceptibilidad del terreno a deslizamientos; la pérdida de cobertura vegetal incrementa la escorrentía superficial durante las lluvias, lo que puede saturar el suelo y desencadenar deslizamientos. La erosión causada por el agua y el viento puede degradar la estructura del suelo, haciéndolo más propenso a deslizamientos; se remueve la capa superficial del suelo rica en materia orgánica, que es crucial para la retención de agua y la estabilidad del terreno.

La construcción y el mantenimiento inadecuados de lagunas y pozos pueden provocar filtraciones que saturen el suelo circundante, aumentando el riesgo de deslizamientos y la alteración de los flujos naturales de agua subterránea y superficial puede desestabilizar el terreno. Cultivar plantas que no son adecuadas para el tipo de suelo o pendiente puede aumentar la erosión y reducir la estabilidad del terreno. Además, de la falta de rotación de cultivos y el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes pueden degradar el suelo, haciéndolo más vulnerable a deslizamientos.

La construcción de edificios, caminos y otras infraestructuras a menudo implica el desmonte de vegetación y excavaciones que pueden desestabilizar el terreno; la construcción de estructuras pesadas puede añadir carga adicional al suelo, superando su capacidad de soporte y desencadenando deslizamientos.

Reforestación y Conservación del Suelo: Plantación de árboles para reforestar áreas erosionadas, con especies nativas que ayuden a estabilizar el suelo. Mantener una cobertura vegetal adecuada para reducir la escorrentía y la erosión. Implementar rotaciones de cultivos para mantener la salud del suelo y utilizar técnicas como terrazas y barreras vegetales para reducir la erosión.

Asegurar que lagunas y pozos artificiales estén bien diseñados y mantenidos para evitar filtraciones y cambios en los patrones de flujo de agua e implementar sistemas de drenaje eficientes para manejar el agua de lluvia y evitar la saturación del suelo. También, realizar evaluaciones geotécnicas antes de construir en áreas propensas a deslizamientos y aplicar y hacer cumplir normas de construcción que minimicen el impacto en la estabilidad del suelo.

Educación y Concienciación:

Capacitar a los agricultores, constructores y la comunidad en general sobre prácticas sostenibles y la importancia de la conservación del suelo.

Fomentar la conciencia pública sobre los riesgos de deslizamientos y las medidas preventivas.

Los deslizamientos de tierra son un riesgo significativo en muchas áreas, especialmente aquellas afectadas por la deforestación, la erosión, el manejo deficiente del agua, cultivos inadecuados y la construcción. Adoptar prácticas sostenibles y una planificación cuidadosa puede reducir estos riesgos y proteger tanto a las comunidades humanas como al medio ambiente. La reforestación, el manejo adecuado del agua, las prácticas agrícolas sostenibles y la regulación de la construcción son estrategias clave para mitigar el impacto de los deslizamientos de tierra.

Las abejas que te harán ver el demonio

Las abejas del género Oxytrigona son llamadas “abejas del fuego”, “mionas” o “cagafuego”, porque las obreras tienen glándulas mandibulares que secretan principalmente ácido fórmico para defender sus nidos. Cuando muerden, depositan una gota de esta secreción sobre la piel y dejan una herida similar a una quemadura (Michener 1974; Roubik et al. 1987). 

Las abejas del género Oxytrigona son parte de la subfamilia Meliponinae, conocidas comúnmente como abejas sin aguijón. Estas abejas son importantes polinizadoras en los ecosistemas tropicales y subtropicales de América Latina. En Chaguaní, Cundinamarca, la diversidad de flora y la presencia de hábitats adecuados sugieren que es posible encontrar estas abejas en la región.

Las abejas Oxytrigona son pequeñas a medianas, con una longitud que varía entre 4 y 6 mm; su coloración varía desde el negro hasta tonos marrones y amarillentos, dependiendo de la especie específica; tienen una cabeza proporcionalmente grande con ojos compuestos prominentes y tres ocelos en la parte superior; las antenas segmentadas y las mandíbulas fuertes están adaptadas para la percepción sensorial y la manipulación de cera y resinas; al igual que otras abejas meliponinas, las Oxytrigona carecen de aguijón funcional, pero pueden defenderse mediante feromonas y otras sustancias químicas.


Prefieren climas cálidos y húmedos del piso térmico tropical, que se extiende desde el nivel del mar hasta aproximadamente 1,200 metros; también, se encuentran en altitudes entre 1,200 y 2,400 metros, donde las temperaturas son más frescas pero aún adecuadas para su actividad. Habitan en bosques tropicales y subtropicales húmedos, tanto primarios como secundarios; pueden adaptarse a áreas perturbadas y cultivadas, incluidos jardines y parques en zonas urbanas y rurales. Las abejas Oxytrigona se distribuyen ampliamente en América Latina, desde México hasta Brasil y otras regiones sudamericanas. En Colombia, estas abejas pueden encontrarse en diversas regiones, incluyendo las zonas andinas, amazónicas y costeras.

Si están presentes en Chaguaní, las abejas Oxytrigona desempeñarían un papel crucial en la polinización de una amplia variedad de plantas, contribuyendo a la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas locales, polinizan cultivos importantes, mejorando la productividad agrícola y la calidad de las cosechas, ayudan en la reproducción de plantas nativas, muchas de las cuales dependen de estas abejas para su polinización y son eficaces en la polinización de plantas cultivadas, lo que beneficia a los agricultores locales.

Viven en colonias organizadas con una reina, obreras y machos, que pueden contener varios cientos a miles de individuos, construyen sus nidos en cavidades de árboles, troncos y estructuras artificiales, utilizando cera y resinas. Los nidos suelen tener una entrada estrecha para protegerse de depredadores, la miel de las abejas Oxytrigona es valorada por sus propiedades medicinales. Es más líquida y menos dulce que la miel de Apis mellifera; producen propóleos con propiedades antimicrobianas, utilizados para sellar y proteger el nido.

Utilizan secreciones defensivas de ácido fórmico que pueden causar irritación en la piel y ojos de posibles depredadores o intrusos.

La deforestación y la urbanización son amenazas significativas para las abejas Oxytrigona. El uso de pesticidas y la contaminación ambiental afectan negativamente a sus poblaciones.

Conservación

Es crucial proteger y restaurar los bosques y hábitats naturales de Chaguaní donde estas abejas podrían vivir.

Fomentar la cría y manejo sostenible de abejas sin aguijón puede ayudar a preservar sus poblaciones y asegurar sus beneficios ecológicos.

Las abejas Oxytrigona, con su capacidad de adaptación a diferentes hábitats y su importante papel como polinizadoras, podrían estar presentes en Chaguaní, Cundinamarca. Su contribución a la biodiversidad y la productividad agrícola es invaluable. La conservación de estas abejas y sus hábitats es esencial para mantener los servicios ecosistémicos que proporcionan y asegurar la continuidad de sus beneficios tanto ecológicos como económicos.

Articulo científico

Actualmente hay ocho especies descritas, las cuales se distribuyen desde el sur de México hasta Brasil (Michener 2000). En Colombia se conocen cinco de las ochos especies y hay al menos dos sin describir (González y Roubik, en prep.). La mayoría de especies están presentes en la región Andina, considerando las tierras bajas interandinas y zonas montañosas. Oxytrigona se encuentra dentro de la franja altitudinal y zonas de vida ocupadas por la mayoría de las especies de meliponinos en Colombia (Nates-Parra 1996), habitando principalmente bosques húmedos tropicales (Tabla 1). 


Oxytrigona daemoniaca
(Camargo, 1984) y O. mellicolor Packard, 1869 también están presentes en bosques secos tropicales y son las especies más comunes y ampliamente distribuidas del género. El 70% de los especímenes examinados fueron de estas dos especies (n = 680 especímenes, 11 colecciones nacionales y una internacional; detalles en González 2000). A diferencia de muchas especies del género Trigona s. l., Oxytrigona es raramente colectada y por tal razón está pobremente representada en las colecciones entomológicas. Por ejemplo, en muestreos intensivos y sistemáticos en Porce (Antioquia), las abundancias relativas de O. daemoniaca y O. mellicolor fueron muy bajas (0,3 - 0,6%) en comparación a Trigona fulviventris Guérin-Méneville, 1845 (~ 10%), la especie más abundante en ese estudio (Smith-Pardo 1999). Los nidos de Oxytrigona también son raramente encontrados. Por ejemplo, Villa y Vergara (1982) registraron cinco nidos (~ 1,7%) de Oxytrigona en 303 nidos de meliponinos examinados a bajas altitudes en Cundinamarca. Valores de abundancia similares para Oxytrigona también han sido observados en Panamá (Roubik com. pers.). 

Al igual que para otros géneros de abejas, la región Andina de Colombia contiene el mayor número de especies de Oxytrigona (González y Engel 2004; González et al. 2005). Sin embargo, esta aparente riqueza es seguramente un sesgo del muestreo, pues la región Andina es una de las áreas mejor colectadas del país.



Estas abejas son particularmente tímidas

En los campos y jardines de Chaguaní, un pequeño pero vital actor trabaja incansablemente, asegurando la fertilidad y el rendimiento de los cultivos: la abeja nannotrigona. Estas diminutas abejas, predominantemente negras y de tamaño reducido (entre 3 y 5 mm), desempeñan un papel crucial en la polinización, especialmente en el cultivo de tomates y otras plantas esenciales para la economía local.

Las abejas nannotrigonas (angelita negra, mosquito, irai, zaragoza, casira, serenita, moscochola) se distinguen por su apariencia única y comportamiento reservado. Su diminuto tamaño y color negro las hacen discretas en el entorno natural. Una característica notable es la muesca en forma de V o U en el margen anterior del escutelo, así como las dos proyecciones triangulares o semicirculares en el margen posterior, que les confieren una apariencia distintiva.

Estas abejas son relativamente comunes en áreas urbanas y rurales, encontrando su hogar en cavidades de árboles y en muros. La entrada de sus nidos es un tubo de cerumen poroso, una estructura que protege a la colonia y regula la entrada y salida de sus habitantes. A pesar de su tamaño, estas abejas son tímidas; sus guardianas, ubicadas en la entrada del nido, huyen ante cualquier perturbación, prefiriendo evitar el conflicto y asegurando la tranquilidad de la colonia.

Una de las grandes ventajas de las abejas nanotrigonas es su capacidad de adaptarse fácilmente a cajas racionales, lo que las hace ideales para la meliponicultura. Este tipo de apicultura sin aguijón permite manejar las colonias de manera eficiente, facilitando su uso en la polinización de cultivos. En Chaguaní, los agricultores han aprendido a aprovechar esta adaptación, utilizando las nanotrigonas para mejorar la polinización de cultivos de tomate, entre otros.

La polinización es un proceso esencial para la reproducción de muchas plantas, y las abejas nanotrigonas juegan un papel crucial en este ciclo natural. Su tamaño les permite acceder a flores que otras abejas no pueden, y su actividad constante asegura una polinización uniforme y eficiente. En cultivos como el tomate, la presencia de estas abejas mejora significativamente la calidad y cantidad de los frutos, contribuyendo directamente a la economía agrícola de Chaguaní.

El hábitat de las abejas nanotrigonas, que incluye cavidades de árboles y muros, muestra su capacidad de adaptación a diferentes entornos. Sin embargo, la preservación de estos hábitats es crucial para su supervivencia. La deforestación y la urbanización descontrolada pueden afectar negativamente sus poblaciones, por lo que es esencial implementar prácticas de conservación y manejo ambiental.

nannotrigona perilampoides
En el paisaje de Chaguaní, las abejas nanotrigonas son mucho más que simples insectos; son pequeñas guardianas de la biodiversidad y la productividad agrícola. Su labor incansable en la polinización de cultivos asegura la continuidad de la producción alimentaria y mantiene el equilibrio de los ecosistemas locales. La meliponicultura, con su enfoque en la cría y manejo de estas abejas sin aguijón, representa una oportunidad para integrar prácticas tradicionales con técnicas modernas, promoviendo la sostenibilidad y la resiliencia en la agricultura.

Reconocer y valorar el papel de las abejas nanotrigonas es esencial para garantizar un futuro próspero para las comunidades agrícolas de Chaguaní. Su silenciosa pero vital contribución es un recordatorio de la importancia de cada pequeña criatura en el gran ciclo de la naturaleza.

A las "angelitas" las confunden con mosquitos

Las abejas angelitas, conocidas científicamente como Tetragonisca angustula, son una especie de abejas sin aguijón ampliamente reconocida por su belleza y su vital papel en la polinización. En Chaguaní, Cundinamarca, estas abejas desempeñan un papel crucial en la salud de los ecosistemas locales y la agricultura.

Las abejas angelitas son pequeñas, midiendo aproximadamente 4-5 mm de longitud; tienen un cuerpo dorado o amarillo claro con un abdomen ligeramente más oscuro, creando un contraste visual atractivo; poseen una cabeza proporcionalmente grande con ojos compuestos prominentes y tres ocelos en la parte superior; las antenas segmentadas y las mandíbulas fuertes están adaptadas para la percepción sensorial y la manipulación de cera y resinas.

Chaguaní- Colombia.

Prefieren climas cálidos y húmedos del piso térmico tropical, desde el nivel del mar hasta los 1,200 metros; también se encuentran en altitudes entre 1,200 y 2,400 metros, donde las temperaturas son más frescas pero aún adecuadas para su actividad. Habitan en bosques tropicales y subtropicales húmedos, así como en áreas rurales con abundante vegetación y pueden adaptarse a entornos urbanos con suficientes recursos florales.

Se distribuyen ampliamente en América Latina, desde México hasta Argentina; en Colombia, las abejas angelitas son comunes en varias regiones, incluidas zonas bajas y montañosas, como Chaguaní. Las abejas angelitas son vitales para la polinización de una amplia variedad de plantas en Chaguaní, contribuyendo a la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas locales; polinizan cultivos; ayudan en la reproducción de plantas nativas, muchas de las cuales dependen exclusivamente de estas abejas para su polinización y son eficaces en la polinización de plantas cultivadas, lo que beneficia a los agricultores locales.

Viven en colonias organizadas con una reina, obreras y machos, que pueden contener varios cientos a miles de individuos; construyen sus nidos en cavidades de árboles, troncos y estructuras artificiales, utilizando cera y resinas. Los nidos suelen tener una entrada estrecha para protegerse de depredadores. La miel de las abejas angelitas es altamente valorada por sus propiedades medicinales, siendo más líquida y menos dulce que la miel de Apis mellifera y producen propóleos con propiedades antimicrobianas, utilizados para sellar y proteger el nido.

La única especie presente en Colombia es Tetragonisca angustula, comúnmente llamada “angelita” o “virgencita”, una especie muy apreciada por la calidad de su miel, a la que se le atribuyen propiedades medicinales muy importantes. Nidifican en cualquier cavidad que encuentren disponible, desde agujeros en el piso y paredes hasta en tumbas de los cementerios; así como en distintos entornos: desde ecosistemas silvestres hasta en los urbanos. Los nidos se caracterizan por tener un túnel de entrada estrecho y largo, de cerumen amarillo o anaranjado y bastante poroso, frente al que se suelen encontrar entre 2 y 45 guardianas suspendidas en vuelo. Se adaptan fácilmente a cajas racionales y, por tanto, son utilizadas ampliamente en meliponicultura. La T. angustula es la primera especie de meliponinos que presenta hembras especializadas en la defensa del nido (soldados) y que se diferencian de las demás obreras por su tamaño. La deforestación y la urbanización son amenazas significativas para las abejas angelitas y el uso de pesticidas y la contaminación ambiental afectan negativamente a sus poblaciones.

Conservación

Es crucial proteger y restaurar los bosques y hábitats naturales de Chaguaní donde estas abejas viven. Fomentar la cría y manejo sostenible de abejas sin aguijón puede ayudar a preservar sus poblaciones y asegurar sus beneficios ecológicos.

Las abejas angelitas son verdaderamente hermosas y desempeñan un papel indispensable en la polinización y la biodiversidad en Chaguaní. Su capacidad de adaptación a diferentes hábitats y su comportamiento social complejo las convierten en una especie fascinante y ecológicamente valiosa. La conservación de estas abejas y sus hábitats es crucial para mantener los servicios ecosistémicos que proporcionan y asegurar la continuidad de sus beneficios tanto ecológicos como económicos.




Las abejas enredapelo

Las abejas del género Scaptotrigona (pectoralis), conocidas comúnmente como "abejas enredapelo", son abejas sin aguijón pertenecientes a la subfamilia Meliponinae. Estas abejas juegan un papel crucial en la polinización de plantas en diversas regiones de América Latina. En Chaguaní, Cundinamarca, estas abejas son una parte integral de los ecosistemas locales.

Las abejas Scaptotrigona son pequeñas, con una longitud que varía entre 5 y 7 mm; tienen un cuerpo negro o marrón oscuro con algunas partes amarillentas, especialmente en el tórax y las patas; poseen una cabeza proporcionalmente grande, con ojos compuestos prominentes y tres ocelos en la parte superior; las antenas son largas y segmentadas, utilizadas para la percepción sensorial; tienen mandíbulas fuertes adaptadas para manipular cera y resinas.

En lugar de aguijón, las abejas de este género presentan un comportamiento defensivo notable, atacando a quienes se acerquen al nido mediante mordeduras, enredándose en el pelo o impregnando resinas.

Habitan principalmente en climas cálidos y húmedos del piso térmico tropical, desde el nivel del mar hasta aproximadamente 1,200 metros; también, pueden encontrarse en altitudes entre 1,200 y 2,400 metros, donde las temperaturas son más frescas pero aún adecuadas para su actividad; prefieren los bosques tropicales y subtropicales húmedos, tanto primarios como secundarios y pueden adaptarse a áreas perturbadas, incluidas zonas rurales y urbanas con suficiente vegetación.

Se distribuyen ampliamente en América Latina, desde México hasta Argentina; en Chaguaní, estas abejas se encuentran en los bosques y áreas rurales donde contribuyen significativamente a la polinización; viven en colonias organizadas con una reina, obreras y machos, llegando a tener varios miles de individuos; construyen sus nidos en cavidades de árboles, troncos y a veces en estructuras artificiales, utilizando cera y resinas y la miel de las abejas Scaptotrigona es conocida por sus propiedades medicinales y su sabor único, siendo más líquida y menos dulce que la miel de Apis mellifera. Producen propóleos con propiedades antimicrobianas, utilizados para sellar y proteger el nido.

Son polinizadoras eficaces de una amplia variedad de plantas, contribuyendo a la biodiversidad y la productividad agrícola. Su polinización es crucial para la reproducción de muchas especies vegetales, manteniendo la salud del ecosistema.

Aunque no tienen aguijón, estas abejas pueden defenderse eficazmente mediante la producción de feromonas que alertan a la colonia. Su comportamiento de "Enredapelo": o su nombre común proviene de la tendencia a enredarse en el pelo cuando son molestadas, lo que puede ser incómodo pero no peligroso para los humanos.  La deforestación y la urbanización son las principales amenazas para estas abejas. El uso de pesticidas y la contaminación ambiental afectan negativamente a sus poblaciones.

Conservación:

Es esencial proteger y restaurar los bosques y hábitats naturales donde estas abejas viven. Fomentar la cría y manejo sostenible de abejas sin aguijón puede ayudar a preservar sus poblaciones.

Las abejas del género Scaptotrigona, conocidas como "abejas enredapelo", son fundamentales para la polinización y la biodiversidad en Chaguaní, Cundinamarca. Su capacidad de adaptación a diferentes hábitats y su comportamiento. Estas abejas son vitales para los ecosistemas tropicales y subtropicales de América Latina. Su morfología, comportamiento social, y capacidad de adaptación a diferentes pisos térmicos y hábitats las hacen esenciales para la polinización y la biodiversidad. 

A pesar de las amenazas que enfrentan, los esfuerzos de conservación pueden asegurar que continúen desempeñando su papel crucial en el mantenimiento de los ecosistemas y la agricultura sostenible.

las abejas "lambeojos", pertenecientes al género Plebeia

En el vasto y diverso ecosistema colombiano, habitan pequeñas criaturas que, a pesar de su tamaño diminuto, juegan un papel crucial en el equilibrio natural: las abejas "lambeojos". Estas criaturas, pertenecientes al género Plebeia, son verdaderas maravillas de la naturaleza, con características únicas que las distinguen y las convierten en un tesoro natural del país.

Con un tamaño que oscila entre los 2 y 6 milímetros, las abejas Plebeias son notablemente más pequeñas que sus primas, las abejas melíferas. Sin embargo, su tamaño no disminuye su importancia. De hecho, estas pequeñas abejas poseen marcas amarillas distintivas en la cara, el tórax y las patas, como si llevaran un pequeño traje de gala que las identifica y las hace aún más especiales.

A diferencia de las abejas melíferas que construyen panales hexagonales, ellas optan por nidos más singulares. Aprovechando cavidades preexistentes en árboles o incluso en el suelo, estas hábiles constructoras crean hogares acogedores con entradas en forma de tubos de cera de aproximadamente 1 cm de longitud. En el interior de estos nidos, las celdas de cría no adoptan la forma clásica de panal, sino que se agrupan en racimos irregulares, cubiertos por una delgada capa de involucro que protege a las futuras generaciones de abejas.

En Colombia, tenemos el privilegio de contar con tres especies registradas de abejas: P. (Plebeia) frontalis, P. plebeia mutisi y P. (Nanoplebeia) spp. Cada una de estas especies aporta su propia belleza y contribuye al equilibrio del ecosistema, realizando una labor esencial para la polinización de las plantas y la salud del medio ambiente.

Lamentablemente, estas pequeñas maravillas se enfrentan a graves amenazas, como la pérdida de hábitat, el uso excesivo de pesticidas y el cambio climático. Su tamaño pequeño y su naturaleza tímida las hacen aún más vulnerables a estas presiones, poniendo en riesgo su supervivencia.

Es por ello que resulta fundamental tomar medidas para proteger a las abejas. Podemos contribuir a su conservación de diversas maneras, como:

  • Plantar flores silvestres: Las flores silvestres proporcionan néctar y polen, alimentos esenciales para la supervivencia de las abejas.
  • Evitar el uso de pesticidas: Los pesticidas pueden ser altamente perjudiciales para las abejas y otros insectos beneficiosos.
  • Apoyar a los apicultores locales: Los apicultores juegan un papel crucial en la protección de las abejas y la promoción de la apicultura sostenible.
  • Aprender más sobre las abejas: Cuanto más sepamos sobre estas fascinantes criaturas, mejor podremos apreciarlas y protegerlas.

Las abejas Plebeias, con su tamaño diminuto, marcas distintivas y estilo de vida único, son un tesoro natural que debemos cuidar y proteger. Su presencia enriquece la biodiversidad de Colombia y juega un papel vital en el mantenimiento del equilibrio ecológico. Es nuestro deber garantizar que estas pequeñas maravillas continúen volando y polinizando nuestras flores por muchos años más.

Los helicópteros del meliponario

En el vasto y diverso mundo de las abejas sin aguijón, la Frieseomelitta (ala blanca, chupaojos) ocupa un lugar especial. Con cuerpos delgados y elegantes, estas abejas son similares a la especie Tetragona, aunque aún más estilizadas. La longitud de su cuerpo oscila entre 4 y 6.5 mm, lo que las hace pequeñas pero notablemente distintivas.

Las Frieseomelitta presentan una variabilidad en su integumento, que puede ser oscuro casi negro o anaranjado con áreas oscuras. Sus patas posteriores son largas y delgadas, asemejándose a raquetas, y vuelan de una manera muy característica: con las patas posteriores colgando, similar a la especie Tetragonisca angustula. Esta peculiar forma de volar las hace fácilmente identificables.

Algunas especies de Frieseomelitta se emplean en la meliponicultura debido a que producen una miel muy agradable. Esta miel, conocida por su sabor y propiedades, es altamente valorada en varias comunidades. Sin embargo, estas abejas son defensivas y protectoras de sus nidos, lo que requiere precaución y conocimiento por parte de quienes las manejan. Además, se caracterizan por su capacidad de colectar una gran cantidad de resina, un comportamiento esencial para la construcción y mantenimiento de sus nidos.

La nidificación de las Frieseomelitta se realiza en cavidades de árboles vivos o muertos. A diferencia de otras abejas sin aguijón, organizan sus celdas de cría en racimos y sus potes de alimento son alargados. Esta organización es eficiente y les permite almacenar grandes cantidades de alimento en espacios reducidos. Notablemente, no cubren con involucro su nidada, una característica que las distingue de otras especies.

En Colombia, se han identificado hasta ahora tres especies de Frieseomelitta: Frieseomelitta paupera, Frieseomelitta varia y Frieseomelitta lehmanni. Esta última parece estar restringida a Colombia, lo que la hace una especie de interés particular para la conservación y estudio en el país; destacando la importancia de las abejas sin aguijón en los ecosistemas locales.

La Frieseomelitta, con su apariencia delicada y comportamiento distintivo, es más que una simple abeja. Representa una pieza esencial en el complejo entramado de la naturaleza. Su contribución a la meliponicultura y la polinización, junto con sus únicas prácticas de nidificación, subrayan la importancia de estas pequeñas criaturas en el mantenimiento de la biodiversidad y la sostenibilidad ambiental. En Colombia, su presencia y comportamiento nos recuerdan la riqueza biológica que debemos proteger y valorar, asegurando que estas especies continúen prosperando en sus hábitats naturales.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El botón de oro es versátil y benéfico para la agricultura


En Chaguaní
Al igual que la leucaena, la moringa y el mataratón, el botón de oro (Tithonia diversifolia) es una planta versátil y altamente beneficiosa para la agricultura sostenible, especialmente en regiones como Chaguaní. A continuación se exploran sus múltiples usos y beneficios, desde la alimentación animal hasta la restauración de suelos degradados y el apoyo a la meliponicultura.

Se adapta bien a climas tropicales y subtropicales; crece rápidamente y puede adaptarse a una variedad de condiciones de suelo, incluidas las áreas degradadas y suelos pobres. El botón de oro es altamente nutritivo, con un contenido significativo de proteínas, minerales y vitaminas, lo que lo convierte en un excelente suplemento para la alimentación del ganado; es fácilmente digerible, mejorando la salud y el rendimiento de los animales y proporciona una fuente constante de forraje, especialmente en períodos de escasez de pasto durante la sequía.

Protección y Restauración del SueloAporta materia orgánica al suelo a través de la caída de hojas y restos vegetales, mejorando la estructura y la fertilidad del suelo. La descomposición de sus hojas y tallos enriquece el suelo con nutrientes esenciales; las raíces del botón de oro ayudan a estabilizar el suelo, previniendo la erosión en terrenos inclinados y áreas propensas a la degradación y proporciona una cobertura densa que protege el suelo del impacto de la lluvia y reduce la escorrentía superficial.

Las flores del botón de oro son una fuente importante de néctar para las abejas meliponas, contribuyendo a la producción de miel y la polinización de cultivos y promoviendo la biodiversidad y la salud de los ecosistemas agrícolas al apoyar la actividad de los polinizadores.

El botón de oro, mejora la disponibilidad de nutrientes en el suelo, lo que es crucial para la restauración de suelos degradados; contribuye a la acumulación de materia orgánica, mejorando la capacidad de retención de agua y la fertilidad del suelo. Las raíces del botón de oro ayudan a estabilizar terrenos inestables, reduciendo el riesgo de deslizamientos y erosión.

Se puede propagar fácilmente a través de semillas y estacas; sus estacas deben plantarse en suelos bien drenados y regarse regularmente hasta que se establezcan. Hay que mantener una densidad adecuada para asegurar una buena cobertura del suelo y facilitar el manejo. Además, realizar cortes regulares para estimular el rebrote y mantener una alta calidad nutricional del forraje; los residuos de poda pueden incorporarse al suelo como abono verde. Al integrar el botón de oro en sistemas agroforestales y en combinación con otros cultivos se logra maximizar los beneficios ecológicos y económicos.

El botón de oro (Tithonia diversifolia) es una planta valiosa para la agricultura sostenible en Chaguaní debido a sus múltiples beneficios. Proporciona un forraje nutritivo para el ganado, protege y mejora la fertilidad del suelo, apoya la meliponicultura a través del suministro de néctar para las abejas; contribuye significativamente a la restauración de suelos degradados y la estabilización de terrenos inestables. Con prácticas de manejo adecuadas, el botón de oro puede ser una herramienta poderosa para mejorar la productividad y sostenibilidad de las fincas en la región.

Las abejas limón son saqueadoras y realizan control biológico

Las abejas del género Lestrimelitta son conocidas por su comportamiento cleptobiótico, lo que significa que roban recursos, como polen y néctar, de las colmenas de otras abejas en lugar de recolectarlos por sí mismas. Este comportamiento distintivo las hace fascinantes pero también problemáticas para otras especies de abejas. En Chaguaní, Cundinamarca, el entorno biodiverso podría proporcionar un hábitat adecuado para estas abejas.

Son pequeñas, típicamente midiendo entre 4 y 6 mm de longitud; suelen ser de color negro o marrón oscuro, con cuerpos lisos y brillantes que carecen de los pelos característicos de otras abejas polinizadoras; tienen mandíbulas robustas adaptadas para saquear y defenderse.

Lestrimelitta son cleptobióticas, lo que significa que invaden y roban los recursos de otras colmenas de abejas sin aguijón; forman colonias con una reina, obreras y machos. Sus colonias pueden ser menos numerosas comparadas con las de otras abejas sin aguijón; sus nidos son usualmente construidos en cavidades naturales y, a menudo, están bien defendidos contra invasiones. Prefieren hábitats con abundante vegetación y otras colonias de abejas sin aguijón que pueden saquear; construyen sus nidos en troncos de árboles huecos, grietas en rocas y otras cavidades naturales. Están ampliamente distribuidas en América Latina, incluyendo Colombia; la diversidad de flora y la presencia de otras especies de abejas sin aguijón; en Chaguaní podrían proporcionar un hábitat adecuado para Lestrimelitta.

Su comportamiento cleptobiótico puede afectar negativamente a otras abejas sin aguijón, reduciendo sus recursos y potencialmente dañando sus colonias. A pesar de su comportamiento competitivo, desempeñan un papel en el control de las poblaciones de abejas y en la dinámica de los ecosistemas; las abejas Lestrimelitta puede influir en la estructura de la comunidad de abejas sin aguijón, actuando como un factor de presión y selección natural. Además, desprenden un fuerte olor a limón, que debilita las defensas de las abejas de los nidos atacados (Wittman et al., 1990; Nates-Parra, 2006). No forrajean en las flores y, por lo tanto, no poseen corbícula (Roubik, 1989). Se han registrado ataques a colonias de los géneros Tetragonisca, Nannotrigona y Plebeia, entre otros meliponinos (Nates-Parra, 2006; Michener, 2007).

Proteger los hábitats naturales de Chaguaní es crucial para mantener un equilibrio entre las diferentes especies de abejas. Minimizar la competencia por recursos mediante la preservación de áreas ricas en flora puede ayudar a reducir los conflictos entre especies de abejas. Informar a la comunidad local sobre la presencia y el comportamiento de Lestrimelitta puede ayudar a fomentar prácticas de conservación y manejo de las abejas sin aguijón.

Lestrimelitta, con su comportamiento cleptobiótico, es una abeja única que podría habitar en Chaguaní. Aunque su método de obtener recursos puede ser perjudicial para otras especies de abejas sin aguijón, estas abejas desempeñan un papel en la compleja red ecológica. La conservación de sus hábitats y la educación sobre su comportamiento son esenciales para mantener la biodiversidad y la salud de los ecosistemas locales. Asegurar un manejo equilibrado de los recursos naturales puede ayudar a mitigar los impactos negativos y fomentar una coexistencia armoniosa entre las diferentes especies de abejas en Chaguaní. Aunque estas especies pueden perjudicar la producción en los meliponarios, son excelentes indicadores de la salud del ecosistema y tienen un importante rol ecológico, por esto recomendamos su protección y evitar dañar los nidos en caso de ser encontrados.

Miel que no haz de beber...

Las abejas del género Partamona (tierreras, perreras, enreda pelo, enreda barba, “mierda de perro”, miel de perro) son parte de la subfamilia Meliponinae, conocidas como abejas sin aguijón. Estas abejas, que se encuentran en diversas regiones de América Latina, incluida Colombia, son importantes polinizadoras, aunque su miel no es recomendada para el consumo humano. En Chaguaní, existe la posibilidad de encontrar colmenas de estas abejas en diversos hábitats, incluidos los suelos. Se conocen 34 especies distribuidas desde México hasta el sur de Brasil, Perú y Paraguay; de estas, hasta ahora se han registrado siete especies en Colombia (González y Nates-Parra, 1999; Camargo y Pedro, 2003; Nates-Parra, 2006; Michener, 2007).

Son pequeñas, con cuerpos que miden entre 4 y 6 mm de longitud; arían en color desde negro hasta tonos marrones y amarillentos, tienen una cabeza proporcionalmente grande con ojos compuestos prominentes y antenas segmentadas; tienen dos pares de alas, como es típico en las abejas. Viven en colonias organizadas con una reina, obreras y machos. Las colonias pueden contener cientos o miles de individuos y construyen sus nidos en cavidades naturales, como troncos de árboles, o en el suelo, utilizando cera y resinas.

Las abejas Partamona pueden construir sus colmenas en el suelo, lo que las hace diferentes de otras abejas sin aguijón que prefieren cavidades de árboles. También se encuentran en bosques y áreas con abundante vegetación; pueden adaptarse a áreas rurales y suburbanas, siempre que haya suficiente vegetación y fuentes de néctar. Están ampliamente distribuidas en América Latina, incluyendo Colombia y la diversidad de flora y los suelos adecuados en Chaguaní podrían proporcionar un hábitat favorable para estas abejas.

Precauciones en el Consumo: la miel de las abejas Partamona no es recomendada para el consumo humano debido a la posible presencia de compuestos tóxicos o sustancias que pueden causar reacciones adversas. En algunas regiones, se ha informado que esta miel puede contener esporas de hongos o bacterias perjudiciales; a diferencia de la miel producida por abejas melíferas (Apis mellifera) o algunas otras abejas sin aguijón, la miel de Partamona puede tener propiedades que no son adecuadas para la alimentación. En algunas culturas, la miel de Partamona se utiliza con fines medicinales, pero siempre con precaución y conocimiento de sus efectos y puede ser usada en aplicaciones no alimenticias, como en la medicina tradicional o para atrapar y controlar plagas.

Son polinizadoras vitales para una variedad de plantas nativas, contribuyendo a la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas locales; aunque su miel no es comestible, su papel en la polinización puede mejorar la productividad agrícola y la salud de las plantas; las abejas Partamona pueden formar relaciones simbióticas con otras especies de flora y fauna, ayudando a mantener el equilibrio ecológico.

El material básico para sus nidos es cera y resinas vegetales, puras o mezcladas que denominamos cerumen. Algunas especies utilizan barro mezclado con resinas, en partes específicas del nido, como en estructura de entrada y betumen. Estas obtienen la tierra de los termiteros, o de lugares como márgenes de los ríos, transportándola en las corbículas. Para la fundación de nuevas colonias estas abejas transportan alimento y materiales para las primeras construcciones.

Conservación y Manejo

Proteger los hábitats naturales de Chaguaní es crucial para la conservación de las abejas Partamona. Esto incluye la preservación de suelos y bosques.

Minimizar el uso de pesticidas y químicos en la agricultura puede ayudar a proteger a estas abejas y otros polinizadores.

Informar a la comunidad local sobre la importancia de las abejas Partamona y la precaución en el consumo de su miel puede fomentar prácticas de conservación y un manejo sostenible de los recursos naturales.


Las abejas Partamona son insectos fascinantes y esenciales para la polinización en Chaguaní, Cundinamarca. Estas abejas desempeñan un papel crucial en la biodiversidad y la agricultura local. La conservación de sus hábitats y la educación sobre su manejo son fundamentales para mantener los beneficios ecológicos que proporcionan y asegurar un entorno equilibrado y saludable.