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jueves, 18 de agosto de 2011

A las "angelitas" las confunden con mosquitos

Las abejas angelitas, conocidas científicamente como Tetragonisca angustula, son una especie de abejas sin aguijón ampliamente reconocida por su belleza y su vital papel en la polinización. En Chaguaní, Cundinamarca, estas abejas desempeñan un papel crucial en la salud de los ecosistemas locales y la agricultura.

Las abejas angelitas son pequeñas, midiendo aproximadamente 4-5 mm de longitud; tienen un cuerpo dorado o amarillo claro con un abdomen ligeramente más oscuro, creando un contraste visual atractivo; poseen una cabeza proporcionalmente grande con ojos compuestos prominentes y tres ocelos en la parte superior; las antenas segmentadas y las mandíbulas fuertes están adaptadas para la percepción sensorial y la manipulación de cera y resinas.

Chaguaní- Colombia.

Prefieren climas cálidos y húmedos del piso térmico tropical, desde el nivel del mar hasta los 1,200 metros; también se encuentran en altitudes entre 1,200 y 2,400 metros, donde las temperaturas son más frescas pero aún adecuadas para su actividad. Habitan en bosques tropicales y subtropicales húmedos, así como en áreas rurales con abundante vegetación y pueden adaptarse a entornos urbanos con suficientes recursos florales.

Se distribuyen ampliamente en América Latina, desde México hasta Argentina; en Colombia, las abejas angelitas son comunes en varias regiones, incluidas zonas bajas y montañosas, como Chaguaní. Las abejas angelitas son vitales para la polinización de una amplia variedad de plantas en Chaguaní, contribuyendo a la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas locales; polinizan cultivos; ayudan en la reproducción de plantas nativas, muchas de las cuales dependen exclusivamente de estas abejas para su polinización y son eficaces en la polinización de plantas cultivadas, lo que beneficia a los agricultores locales.

Viven en colonias organizadas con una reina, obreras y machos, que pueden contener varios cientos a miles de individuos; construyen sus nidos en cavidades de árboles, troncos y estructuras artificiales, utilizando cera y resinas. Los nidos suelen tener una entrada estrecha para protegerse de depredadores. La miel de las abejas angelitas es altamente valorada por sus propiedades medicinales, siendo más líquida y menos dulce que la miel de Apis mellifera y producen propóleos con propiedades antimicrobianas, utilizados para sellar y proteger el nido.

La única especie presente en Colombia es Tetragonisca angustula, comúnmente llamada “angelita” o “virgencita”, una especie muy apreciada por la calidad de su miel, a la que se le atribuyen propiedades medicinales muy importantes. Nidifican en cualquier cavidad que encuentren disponible, desde agujeros en el piso y paredes hasta en tumbas de los cementerios; así como en distintos entornos: desde ecosistemas silvestres hasta en los urbanos. Los nidos se caracterizan por tener un túnel de entrada estrecho y largo, de cerumen amarillo o anaranjado y bastante poroso, frente al que se suelen encontrar entre 2 y 45 guardianas suspendidas en vuelo. Se adaptan fácilmente a cajas racionales y, por tanto, son utilizadas ampliamente en meliponicultura. La T. angustula es la primera especie de meliponinos que presenta hembras especializadas en la defensa del nido (soldados) y que se diferencian de las demás obreras por su tamaño. La deforestación y la urbanización son amenazas significativas para las abejas angelitas y el uso de pesticidas y la contaminación ambiental afectan negativamente a sus poblaciones.

Conservación

Es crucial proteger y restaurar los bosques y hábitats naturales de Chaguaní donde estas abejas viven. Fomentar la cría y manejo sostenible de abejas sin aguijón puede ayudar a preservar sus poblaciones y asegurar sus beneficios ecológicos.

Las abejas angelitas son verdaderamente hermosas y desempeñan un papel indispensable en la polinización y la biodiversidad en Chaguaní. Su capacidad de adaptación a diferentes hábitats y su comportamiento social complejo las convierten en una especie fascinante y ecológicamente valiosa. La conservación de estas abejas y sus hábitats es crucial para mantener los servicios ecosistémicos que proporcionan y asegurar la continuidad de sus beneficios tanto ecológicos como económicos.




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