En el vasto y diverso mundo de las abejas sin aguijón, la Frieseomelitta (ala blanca, chupaojos) ocupa un lugar especial. Con cuerpos delgados y elegantes, estas abejas son similares a la especie Tetragona, aunque aún más estilizadas. La longitud de su cuerpo oscila entre 4 y 6.5 mm, lo que las hace pequeñas pero notablemente distintivas.
Las Frieseomelitta presentan una variabilidad en su integumento, que puede ser oscuro casi negro o anaranjado con áreas oscuras. Sus patas posteriores son largas y delgadas, asemejándose a raquetas, y vuelan de una manera muy característica: con las patas posteriores colgando, similar a la especie Tetragonisca angustula. Esta peculiar forma de volar las hace fácilmente identificables.
Algunas especies de Frieseomelitta se emplean en la meliponicultura debido a que producen una miel muy agradable. Esta miel, conocida por su sabor y propiedades, es altamente valorada en varias comunidades. Sin embargo, estas abejas son defensivas y protectoras de sus nidos, lo que requiere precaución y conocimiento por parte de quienes las manejan. Además, se caracterizan por su capacidad de colectar una gran cantidad de resina, un comportamiento esencial para la construcción y mantenimiento de sus nidos.
La nidificación de las Frieseomelitta se realiza en cavidades de árboles vivos o muertos. A diferencia de otras abejas sin aguijón, organizan sus celdas de cría en racimos y sus potes de alimento son alargados. Esta organización es eficiente y les permite almacenar grandes cantidades de alimento en espacios reducidos. Notablemente, no cubren con involucro su nidada, una característica que las distingue de otras especies.
En Colombia, se han identificado hasta ahora tres especies de Frieseomelitta: Frieseomelitta paupera, Frieseomelitta varia y Frieseomelitta lehmanni. Esta última parece estar restringida a Colombia, lo que la hace una especie de interés particular para la conservación y estudio en el país; destacando la importancia de las abejas sin aguijón en los ecosistemas locales.
La Frieseomelitta, con su apariencia delicada y comportamiento distintivo, es más que una simple abeja. Representa una pieza esencial en el complejo entramado de la naturaleza. Su contribución a la meliponicultura y la polinización, junto con sus únicas prácticas de nidificación, subrayan la importancia de estas pequeñas criaturas en el mantenimiento de la biodiversidad y la sostenibilidad ambiental. En Colombia, su presencia y comportamiento nos recuerdan la riqueza biológica que debemos proteger y valorar, asegurando que estas especies continúen prosperando en sus hábitats naturales.
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